Visita a María Santísima.
Reina mía dulcísima, y amabilísima, ¡qué grande esperanza me da San Bernardo cuando recurro a Vos! Porque dice que Vos no examináis los méritos de los que a vuestra piedad acuden, sino que os ofrecéis espontáneamente a ayudar a cuantos os invocan. De manera que si yo os invoco, Vos me acogéis bondadosa. Oíd, pues, el ruego que os dirijo: Yo, Señora, soy un pobre pecador que tengo merecidos mil infiernos. Quiero cambiar de vida, quiero amar a mi Dios, a quien tanto he ofendido, y, pobre cual soy, a Vos me doy y entrego como esclavo. Salvad, pues, al que ya es vuestro y nada suyo. Señora, ¿me habéis oído? Espero que me habréis oído y escuchado.
JACULATORIA.- Tuyo soy, ¡Oh María!; sálvame.
San Alfonso María de Ligorio.
Visitas al Santísimo Sacramento, a María Santísima y a San José.