jueves

M A D R E

Las Gracias, Éxtasis, Apariciones, Locuciones, Revelaciones, son adornos y regales que hace Dios Creador a su criatura. Sin duda son muestras de los atributos del Creador en el que hallamos siempre la Bondad y Misericordia de Dios como flor y fruto. Toda criatura hecha a su Imagen y Semejanza recibe prestado del Señor unos bienes espirituales y materiales que debe hacer crecer en bien de los amados del Señor como un acto copartícipe creador en obediencia y alabanza al Señor, así los obsequios, virtudes y dones también deben fluir como el agua que brota de un Manantial hacia las tierras más secas.
María, ama de casa, esposa casta y pura, prudente, fuerte, sencilla y humilde, mansa ,escucha, ora, alaba y cumple plenamente la Voluntad de Dios en su vida, israelita siempre fiel, junto a San José su castísimo esposo y su hijo, el Hijo de Dios.

La belleza y grandeza de Madre no está en sus excepcionales dones, no, sino en el Sí pronunciado ininterrumpidamente ante el conocimiento de la Voluntad de Dios, dichosa tú, Madre. María ejerció su libertad en Libertad y conformó su voluntad a la de Dios de tal modo que en efecto, no existe ningún otro medio creado alguno en el que la Luz de Dios atraviese sin alterarse. La voluntad de la Siempre Virgen Santa María, nuestra Madre, está en la perfección pura de la creación conforme a la Voluntad del Creador, y la plenitud de la Trinidad es Total que en esta Vida sólo se logra confirmada en Gracia; Padre creador en su criatura, Hijo que toma cuerpo y sangre de su Madre sin falta ni pecado, en humanidad y Divinidad, Espíritu Santo de Amor en la obediencia de María a su Creador que es el amor, en el ejercicio perfecto de toda virtud y de ello desprendemos con total seguridad su Inmaculada Concepción.

En Madre esta conformación a la Divina Voluntad es tal, que en el Fiat de la Encarnación el Espíritu Santo halló la mejor morada jamás dispuesta por criatura alguna a su Señor, en el Amor a Dios y su Creación, que es precisamente el cumplimiento en uno mismo de la Voluntad anunciada, conocida, intuida o presentida de Dios con la Sencillez de quien quiere obrar, que es Dios, y esta Oración de Madre es el canto más puro que el Espíritu de Amor eleva al Padre con el Hijo en una criatura, de ello podemos desprender con toda seguridad que a la muerte corporal eco de la experimentada en el Calvario de María, se sigue su inmediata Resurrección y Asunción a los Cielos obrada por el Espíritu Santo que fue suplicado ante el Trono, gritado y proclamado por los ángeles anticipadamente justificados en Cristo que están en la presencia y ven el Rostro de Dios.


La Entrega incondicional sumergida en el Amor, con el sufrimiento y el dolor que forman su núcleo esencial, se hace plena en el Calvario, hasta la muerte profetizada por Simeón en el que la discípula cristiana que escucha, medita, ora, obra y alaba en plenitud de su ser ofrece al Padre como Abel su mejor Fruto del que es Árbol de la Vida, Entrega a para su Esposo las obras de su Hijo , educado por la maestra del Maestro, y como Madre hija de Abraham sacrifica a su único hijo en la entrega y abandono completo en quién conoce y sabe por Fe Todopoderoso para cumplir la promesa realizada a ella en el Génesis, ella que es la esclava del Señor, ofrece su muerte comprendida uniéndola con la del sacrificio incomprendido en el Misterio del Sacrificio perpetuo de agradable aroma en propiciación por los pecados de toda la humanidad que hace Nuevas Todas las Cosas, llegando a la Plenitud de la Creación del que María, nuestra Madre, es Misterio en Trinidad, y de la que se desprende su labor Corredentora, que nos lleva a afirmar que la suma de purezas de todos los coros de ángeles y santos no igualan ni igualarán jamás.


En su Misterio meditamos maravillados ante la Inmensa Grandeza Misericordiosa del Señor en la extensión de su Santo Manto de Madre a toda criatura de la Tierra y del Cielo y en las constantes venidas a la tierra desde que fue botada y navega la nave de la Iglesia de la que ella es Madre junto con todos los pueblos, arrebatada, es también Elías y el Bautista, precursora de la Venida del Juez, y anuncia a los hijos de la Casa del Nuevo Israel ahora Conversión y Oración de reparación para que el Señor vuelva sus ojos benignos y no venga el día Terrible, se anunciará a los demás muy pronto y los mayores verán y oirán y entonces, se convertirán.

¡AVE MARÍA!

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