sábado

MARÍA

Inmaculada Madre de Dios,
Reina de los cielos,
Madre de misericordia,
abogada y refugio de los pecadores:
he aquí que yo,
iluminado y movido por las gracias que vuestra maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino,
propongo poner mi corazón ahora
y siempre
en vuestras manos para que sea consagrado a Jesús.

A Vos,
oh Virgen santísima,
lo entrego,
en presencia de los nueve coros de los ángeles
y de todos los santos;
Vos,
en mi nombre,
consagradlo a Jesús;
y por la filial confianza que os tengo,
estoy seguro de que haréis ahora
y siempre
que mi corazón sea enteramente de Jesús,
imitando perfectamente a los santos,
especialmente a San José,
vuestro purísimo esposo.
Amén.

-Oración de San Vicente Palloti-

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